viernes, 29 de mayo de 2015

Sobre la exposición Eco / Escabernal



Tengo una certeza: escribir sobre la obra de Escabernal significa desvelar un proceso íntimo, mas no un proceso impenetrable. Nuestra existencia es de una naturaleza tan profundamente estética que, al experimentar la obra de arte, podemos sentirnos próximos, cercanos a nuevas estructuras sensibles para comprender la realidad. Esta proximidad que instaura la obra prescinde del análisis teórico pero no de la apreciación estética de su espectador. Por ello, nuestra experiencia de la obra de Escabernal —esa forma en la que percibimos su acontecer— es el motivo del presente texto: buscamos, en la medida que lo posibilite nuestro marco de comprensión sensible, dialogar con ella. 
     ¿Qué nos dice, y para qué escucharla? ¿Qué podemos responderle? Para esclarecer tales cuestionamientos no debemos elaborar un texto curatorial sino delimitar, a modo lúdico, el camino en el que ella misma nos guía. Desde nuestra perspectiva, vislumbramos tres ejes. El primero: el acto, la ejecución del dibujo. A primera instancia, comprender qué es dibujar nos aproxima a Escabernal porque nos sitúa en la especificidad de su práctica artística. Sabemos que el dibujo es la delineación, figura o imagen ejecutada en claro y oscuro; y sus elementos básicos son el punto y la línea. En este caso, la ejecución del dibujo que realiza nuestro artista es sugestiva porque muestra un dominio técnico que no se sitúa en el realismo ni en la abstracción sino en un intersticio. Vale la pena realizar aquí un paréntesis puesto que, para comprender este intersticio, debemos prestar atención a la insistencia de Escabernal en la temática del ojo y el acto de observar. La presentación de este tema supone, para nosotros, un momento de reflexión de nuestro artista sobre lo que para él significa representar. Es evidente que Escabernal no busca la copia o la imitación de lo que se da visualmente en la realidad. ¿Qué nos aporta, entonces, qué busca mostrarnos? Creemos que él manifiesta una consideración que ya Merleau-Ponty realizó sobre el arte plástico, es decir, atiende a que el ojo es eso que se ha conmovido por cierto impacto del mundo y lo hace visible por los trazos de la mano. Desde esta perspectiva, podemos afirmar que es el impacto del mundo y no su copia o imitación lo que a Escabernal le interesa ejecutar en la obra. A raíz de este impacto, lo que nos muestra en su dibujo es un juego bipartito de matices: nuestro artista juega a pasar de la oscuridad a lo blanco y de la claridad a lo negro, hasta concretar la plasmación de la línea al desnudo, aquella que nos remite a la organicidad del trazo.
   Por otro lado, el segundo eje en nuestro recorrido es el sustento material del cuadro. En este caso, la superficie cubierta de materiales diversos —grafito, tinta china, aceite de linaza, acrílico, óleo— está dispuesta sutilmente para nuestra percepción. En la obra de Escabernal podemos atender a que estos materiales se emplean con la finalidad de experimentar plásticamente el espacio, pero tal experimentación se encuentra sujeta al trazo que va ejerciendo su mano en sincronía y diálogo con ellos. Finalmente, el tercer eje: el proceso. La ejecución del dibujo que él realiza se funda en un proceso profundamente espontáneo, esto es, en la interpretación plástica de la sensación producida tanto por los sonidos musicales como por la musicalidad en la poesía. De este modo, Escabernal dialoga con sus referentes artísticos y logra conformar una unidad de sentido para mostrarnos cómo lo monocromático es también un espacio genuino para habitar estéticamente el mundo.
    Ahora bien, ¿qué nos muestra Escabernal en la exposición Eco? La exposición —que podremos visitar en la Galería Wandel del 14 de mayo al 7 de junio del 2015, en Puebla, Puebla— atiende al significado de la palabra que lleva como título. Eco es la proyección oscura que un cuerpo lanza en el espacio en dirección opuesta a aquella por donde viene la luz. En este sentido, para comprender por qué la exposición responde a este nombre, fue necesario primero dirigir nuestra atención hacia lo que es el dibujo, así como la experimentación de lo plástico y su proceso estético. Si consideramos que dibujar es hacer visible tanto la fuerza como la debilidad del trazo, las 27 obras que se reúnen en la exhibición apuestan por mostrarnos la desnudez cromática, geométrica y de contenido figurativo pero no realista en las obras realizas por nuestro artista. Llama la atención la capacidad que Escabernal tiene para dialogar con lo claroscuro, habitando el espacio plástico con una estilística tan genuina. La figuración en sus obras se da desde la imagen que nuestro artista crea y dispone de su mundo, por ello de su dibujo podemos decir que es uno que se configura y construye a sí mismo desde un lenguaje plenamente plástico. Si Escabernal nos dice que dibujar es romper un cuerpo prismático y confrontar la luz transformada en eco, suponemos que desde esta premisa él intenta desatar los nudos que conforman la unidad de sentido de su obra. Ruptura, cuerpo prismático, luz y eco funcionan a modo metafórico para comprender que, en un plano general, el dibujar en el caso de nuestro artista responde a la ruptura de lo geométrico y al diálogo entre la ausencia y la presencia total del color. Lo blanco y lo negro son su modo entonces de habitar estéticamente el mundo, y su resolución para aproximarse a nosotros.
    En Eco se muestra el habitar de nuestro pintor en lo citado anteriormente: la ausencia y la presencia total del color. La exposición se estructura en tres segmentos. En el primero encontramos obras como Ojo de la providencia y Oráculo de la ceguera, estas nos muestran el acontecer de lo geométrico en los escorzos. Vemos que a Escabernal no le ocupa el dibujo figurativo del cuerpo como representación realista, sin embargo, nos instaura en un mundo en el que explora el esqueleto, los huesos y las articulaciones del ser humano con la finalidad de hacer visible su conocimiento sensible de lo matérico. El segundo segmento de la exposición está conformado por doce las piezas; la serie se titula Sombras y nos remite al traslado del sonido musical, la musicalidad de la poesía a la forma pictórica. El último segmento nos remite a un viaje de exploración plástica donde los trazos están sujetos a la intencionalidad de la textura. A propósito una de sus piezas, Infante terrible, muestra a un ser cobrando vida en medio de un espacio habitado por las raíces de un árbol que se pierde en el formato texturizado en blanco. En este sentido, si algo logra hacernos sentir la obra de Escabernal es que habitamos ese paisaje luminoso donde aparece de súbito un instante de oscuridad. Nos hemos preguntado al inicio qué nos dice la obra de Escabernal, y en este breve texto podemos al menos responder que su obra visibiliza lo que sostuvo Baudelaire: los dibujantes buenos y genuinos dibujan acorde a la imagen en sus mentes. Su mérito: nuestro artista no representa su realidad, nos la muestra.

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